20160129

5 y 6 de febrero - 4to Congreso Católicos y Vida Pública: Transparencia, Participación y Bien Común


Declaración   Conclusiva
IV Congreso Católicos y Vida Pública 
Democracia: Transparencia, Participación y Bien Común

Nosotros, los participantes del IV Congreso Católicos y Vida Pública hemos reflexionado sobre el tema de la Democracia, desde los contextos de la transparencia, participación y bien común. Convocados como discípulos y misioneros y guiados por conferenciantes y panelistas internacionales y locales hemos visto y juzgado la realidad de estos elementos, nos hemos comprometido a unas acciones concretas, hemos celebrado la fe que nos une y motiva y hemos contemplado el plan y la voluntad de Dios para la historia social de nuestro pueblo.
Desde la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico reafirmamos el valor del sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y les garantiza la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes.
1. Que ese modelo de gobierno democrático no se limita a la estructura formalista de las relaciones jurídicas entre estado y ciudadanos, ni tampoco a la mera participación electoral, sino que tiene que responder a unos valores fundamentales sobre la que se sustentan los mismos: verdad, libertad, justicia y amor.
2. Que para que ello sea posible son necesarias la formación en los verdaderos ideales y estructuras de participación y de conciencia de corresponsabilidad.
3. Que la democracia es una plataforma para la participación inclusiva, el empoderamiento y la rendición de cuentas que no se limita a la mera participación electoral.
4. Que el gobierno democrático, en efecto, se define a partir de la atribución, por parte del pueblo, de poderes y funciones, que deben ejercitarse en su nombre, por su cuenta y a su favor. El ejercicio del poder público comporta un deber fiduciario ante el pueblo que requiere lealtad, cuidado y obediencia. Conlleva, además, la necesidad de un adecuado sistema de rendición de cuentas, para que el pueblo conozca y sepa cómo se ejerce dicho poder y deber.
5. Que es deber de los gobernantes velar por la eficacia y la eficiencia de las instituciones que supervisan y por el uso adecuado de los recursos públicos en una balance de las necesidad actuales de los ciudadanos y los proyectos que garantizan nuestro desarrollo hacia el futuro.
6. Que los partidos políticos están llamados a interpretar las aspiraciones de la sociedad civil orientándolas al bien común, ofreciendo a los ciudadanos la posibilidad efectiva de concurrir a la formación de las opciones políticas. Los partidos deben ser democráticos en su estructura interna, capaces de síntesis política y con visión de futuroLos partidos políticos debe cumplir tres funciones básicas: la representación, la selección de cuadros competentes para gobernar y el reconocimiento de los ciudadanos como sujetos políticos.
7. Que nuestro ordenamiento constitucional establece un balance entre democracia directa, democracia representativa y democracia participativa que tiene las características necesarias para conseguir estos fines si se emplea, legisla y regula de conformidad con ellos. Concede al ciudadano niveles de participación necesarios para influenciar la toma de decisiones en los asuntos apremiantes para la sociedad.
8. Que es necesario un balance entre el ejercicio del poder y el reconocimiento, protección y avance de los derechos fundamentales del ser humano, que respondan a su verdadera dignidad y a su sentido de trascendencia. Ese balance incluye el reconocimiento a la práctica de la propia fe y a que ella incida de forma directa en los actos, decisiones y formas de participación de los individuos.
9. Que iluminados por esa fe, la Iglesia y los creyentes no pueden ser excluidos de los espacios públicos y hay que reconocer la necesidad de Dios como fundamento para un orden social que no pierda su sentido ni degenere en idolatrías ni totalitarismos ideológicos que esclavicen y excluyan a los seres humanos, sobre todo a los más pobres y descartados.
10. Que la participación es un deber de cada cristiano que se corresponde a los derechos fundamentales y una exigencia de nuestra vocación profética y misionera, aportando la verdad descubierta por la fe y entrar en dialogo con los demás para lograr la transformación necesaria de su entorno. Así se posibilita que cada uno contribuya a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.
11. Que la democracia se construye desde la participación, pues ella facilita la subsidiaridad, que requiere que los organismos superiores solo intervengan en apoyo y suplencia de los organismos intermedios e inferiores, permitiendo que la sociedad civil se fortalezca, asuma responsabilidad y potencie al individuo como remedio al asistencialismo paternalista.
12. Que es necesario reconocer la política como  la oportunidad  de  descubrir las mejores cualidades de los seres humanos y la capacidad transformadora del poder, para que, mediante la participación articulada de todos, sea posible adelantar el bien común como medida de justicia.
13. Que la prensa, los medios de comunicación y los espacios educativos tienen una responsabilidad fundamental para empoderar a los individuos de tal manera que puedan asumir un rol activo en la vida social.
Reconocemos los cambios sociales, económicos y culturales que enfrenta nuestro sistema democrático y sus efectos sobre cada individuo y comunidad. 
1. Que al poder político sujeto a intereses electoralistas, financieros, de producción y consumo se le hace difícil por sí mismo encontrar soluciones adecuadas para el largo plazo.
2. Que desafíos, como la pobreza, el abuso de poder, la corrupción endémica, tanto económica como política, la impunidad y la restricción de las libertades fundamentales, dan lugar a graves retrocesos y generan decepción, antipatía y escepticismo por los procesos políticos.
3. La dificultad de mantener un testimonio coherente que puede dialogar con el entorno actual.
Nos comprometemos con acciones concretas que nos permitan adelantar una transformación real de la sociedad, recuperando los valores fundamentales que deben reorientar nuestra vida política y social. 
1. A abrir espacios que promuevan la educación ciudadana, desde donde se reclame transparencia y desde los que se exija a aquellos que tienen la obligación de responder creando mecanismos y procesos de evaluación, adjudicación, asesoramiento, impugnación e intervención en la creación de normas jurídicas y procedimientos. 
2. A involucrarnos en los niveles intermedios para que se recuperen los espacios de participación necesarios desde que se asuma responsabilidad personal por nuestras realidades y comunidades.
3. ser partícipes de la vida pública y de sus instituciones para aportar en la construcción de un mundo más justo y de una casa común más digna, iluminando con la luz de la fe esas realidades y trayendo a Dios de vuelta al espacio público como fuente y garantía única de la verdadera dignidad y libertad humana.
4. A vivir los valores fundamentales necesarios para superar las ideologías políticas y económicas que se nos presentan como único criterio de acción, retomando la solidaridad y la justicia como norte de la vida política.
5. A anteponer el bien común sobre cualquier otro interés, generando acciones concretas que den respuesta a las necesidades más básicas de los pobres y marginados, pero también en garantía de nuestro futuro como pueblo.