La Alianza Católica Puertorriqueña
por la Vida y por la Patria
se expresa en torno a los señalamientos públicos
de pederastia en la Iglesia Católica
Como organización de laicos católicos, condenamos los actos de pederastia cometidos por cualquier miembro de la sociedad y hacemos un llamado a todos los sectores sociales del País para combatir la comisión de este delito que, además, es un pecado abominable.
Reconocemos que la pederastia es un mal social que, muy lamentablemente, también se ha filtrado al interior de la Iglesia. La Iglesia Católica universal, así como nuestros Obispos, lo han reconocido y han decidido actuar con diligencia y severidad ante las querellas de abuso sexual de menores presentadas en el foro eclesiástico.
Por ello, rechazamos, pues, las acusaciones de encubrimiento que el Gobierno ha imputado, de forma generalizada, a la Iglesia Católica en Puerto Rico. El asunto se ha sacado de proporción y peca de ser una pesquisa particularizada contra esta Institución, como si sólo en ella se dieran casos de pederastia e incluso, como si fuera el lugar de mayor incidencia. Nada más lejos de la verdad.
Ciertamente, nada justifica ni minimiza un solo acto de pederastia perpetrado por sacerdotes. Combatiremos este grave mal independientemente de la cifra o el porcentaje de incidentes. Ahora bien, tampoco se debe permitir que diversos grupos y organizaciones, aprovechándose de las circunstancias, lancen una campaña de manipulación y desinformación para atacar a la Iglesia y adelantar sus agendas particulares.
Los datos de diferentes publicaciones y organizaciones que estudian este problema revelan que la pederastia cometida por sacerdotes es ínfimamente menor que la perpetrada por otros miembros y grupos de la sociedad. De hecho, recientemente, fue noticia en el País que, en el Departamento de la Familia, había 126 casos de abuso sexual de menores sin esclarecer. Sin ánimo de justificar lo injustificable, es justo preguntarnos: ¿por qué esta cifra no ha causado consternación? ¿Qué se está haciendo para identificar a los depredadores en el seno de las familias puertorriqueñas y en otras organizaciones e instituciones del País? ¿Acaso estos niños son menos importantes que los niños abusados por sacerdotes? ¿Por qué lo ojos están puestos sólo en la Iglesia Católica?
Por otra parte, si bien es cierto que la Iglesia está llamada a cooperar con la autoridad civil, es justo y necesario que, para evitar ataques infundados, el público, en general, conozca cuál es el marco legal dentro del cual la Iglesia está llamada a cooperar con el Estado. Veamos.
Actualmente, la Iglesia tiene el deber de informar a la autoridad civil sobre un posible caso de abuso sexual cuando la víctima, al momento de querellarse, es menor de edad. Si la víctima fue abusada sexualmente cuando era menor de edad, pero en el momento de querellarse ya era mayor de edad, la Iglesia Católica no tiene obligación legal de informar a la autoridad civil. Es decir, lo determinante en cuanto a la obligación de informar a la autoridad civil es que, la víctima, en el momento de acudir a las autoridades eclesiásticas, tenga menos de 18 años.
La víctima mayor de edad tiene plena libertad para acudir tanto al foro civil como al eclesiástico. Puede ir a uno o ambos simultáneamente, pero, si decide acudir sólo al foro eclesiástico, la investigación se llevará a cabo, consecuentemente, según las normas del Derecho Canónico, protegiendo siempre la intimidad de las víctimas.
Por último, exhortamos a todas las víctimas de abuso sexual a acudir a los foros pertinentes, tanto al civil como al eclesiástico, para enjuiciar a los culpables; pero, también respetamos su libertad personal para decidir si acudir a uno o a ambos foros.
Sólo queda pedirles que nos unamos en oración, para rogarle a Dios, Padre de Misericordia, que tenga piedad de todos nosotros pecadores y, en especial, que perdone a los que han cometido esta horrible falta. También suplicamos por las víctimas. Que miren al cielo como su refugio, para que encuentren en Jesucristo la sanación y la paz del corazón. Rogamos también que puedan experimentar el abrazo tierno y amoroso de Nuestra Buena Madre María, que los abraza como a sus hijos e hijas predilectos. Señor Jesús ten piedad de nosotros. Amén.
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Junta de Directores
Alianza Católica Puertorriqueña por la Vida y por la Patria
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